Permitir abrirnos a la energía femenina más elevada y amorosa, a nuestro ser divino, no es fácil. La energía femenina divina baila y danza sobre una tierra ligera, nutrida y regada por el amor incondicional, aquel que es capaz de ver sin filtros, desde la pureza e inocencia, y a la vez estár firmemente enraizado en su espacio y lugar. La energía femenina divina atrae magnéticamente todo aquello que es perfecto para su evolución, y se da el tiempo y el silencio necesario para su curación y sanación. Confía en que todo está en armonía, incluso cuando todo aparenta estar en caos, pues ella planta semillas de amor en los tiempos turbulentos y abre un camino de fé y esperanza, perseverancia y cuidado hasta ver nacer el fruto. Atraviesa el camino que la lleva de la nada al todo. Todos tenemos el potencial de despertar esta hermosa energía.